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El presidente de Estados Unidos publicó la orden ejecutiva titulada “Restaurando la competitividad de los productos de mar estadounidenses” que crea nuevas reglas federales con desregulaciones administrativas y biológicas. Promete también nuevas restricciones a los productos de la pesca INDNR. Vaciamiento de la agencia científica NOAA.

En enero, el presidente de Estados Unidos suspendió las normativas pesqueras por sesenta días para establecer nuevas reglas federales. El jueves santo publicó una orden ejecutiva estableciendo una restructuración de la administración pesquera con desregulación administrativa y científica. En el medio se despidió a cientos de investigadores de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), ciento sesenta y tres de los cuales pertenecían al instituto marino nacional. Se teme por el impacto que tendrá el vaciamiento económico y de personal del instituto sobre la sustentabilidad de los recursos y del ambiente. En el documento recientemente firmado, Donald Trump plantea que el objetivo es promover la producción, el consumo interno e imponer barreras para el ingreso de productos sospechados de pesca INDNR.

“Estados Unidos controla uno de los recursos oceánicos más grandes y abundantes del mundo, con más de 4 millones de millas cuadradas de zonas de pesca de primera calidad. Gracias a este vasto recurso y a siglos de arduo trabajo de los pescadores estadounidenses, nuestra nación posee los mejores productos del mar del mundo”. Así comienza el documento firmado por Donald Trump, publicado por la Casa Blanca el pasado 17 de abril.

Sigue diciendo que la mayoría de las poblaciones de peces estadounidenses gozan de buena salud y cuentan con mercados viables, pero que, “a pesar de estas oportunidades, el sector de los productos del mar es uno de los más regulados en Estados Unidos” y que, “el exceso de regulación federal ha impedido que los pescadores capturen productos de mar estadounidenses de forma productiva”, como consecuencia de los límites de captura restrictivos, la venta de zonas de pesca a empresas extranjeras de energía eólica marina, por tener “datos pesqueros inexactos y obsoletos”.

“Estados Unidos debe abordar las prácticas comerciales desleales, eliminar las importaciones inseguras, eliminar las condiciones desiguales que han beneficiado a las empresas pesqueras extranjeras, promover el abastecimiento ético, reducir las cargas regulatorias y garantizar la calidad en la cadena de suministro de productos del mar”, afirmó el presidente de Estados Unidos.

Haciendo mención a una norma que dictó en 2020 y aún sigue vigente, señaló que no solo fue exitosa, sino que mejoró la competitividad de los productos del mar de Estados Unidos, porque “agilizó las regulaciones, apoyó los empleos marítimos y las economías costeras, y mejoró la recopilación de datos”.

Pero asegura que, durante los últimos cuatro años, los pescadores se vieron “aplastados bajo la presión de regulaciones innecesarias y políticas desfavorables”, por lo que considera “vital que ahora aprovechemos nuestro arduo trabajo previo con nuevas medidas adicionales para promover la pesca nacional”.

“Es política de los Estados Unidos promover la producción de nuestros recursos pesqueros; liberar a nuestros pescadores comerciales de regulaciones costosas e ineficientes; combatir la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR); y proteger nuestros mercados pesqueros de las prácticas comerciales desleales de países extranjeros”, dice Trump antes de anunciar algo que para muchos suena como música para sus oídos.

“El Secretario de Comercio, en consulta con el Secretario de Salud y Servicios Humanos y con la participación de la industria pesquera estadounidense, considerará de inmediato la suspensión, revisión o derogación de las regulaciones que imponen una carga excesiva a las industrias de la pesca comercial, la acuicultura y el procesamiento de pescado de Estados Unidos, a nivel de pesquerías específicas”, dice Trump y anuncia que en los treinta días siguientes, el Secretario de Comercio identificará las pesquerías con mayor sobrerregulación y tomará las medidas pertinentes para reducir la carga regulatoria”.

Si bien dice que lo hará en cooperación con los Consejos Regionales de Gestión Pesquera, los socios interinstitucionales y mediante asociaciones público-privadas”, esto se circunscribe a un período para presentar opiniones respecto de las medidas que se pretende adoptar. Y aquí se debe tener en cuenta el vaciamiento que vienen realizando desde el inicio de gestión en las agencias de gobierno.

Para hacer de la industria pesquera una meca de la producción, sin intromisión de los científicos con evaluaciones que recorten las posibilidades de expandir la industria, durante el mes de febrero el gobierno de Donald Trump se encargó de limpiar la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), responsable de la previsión meteorológica, el análisis climático y la conservación marina.

Entre las 24 mil personas que fueron despedidas desde la llegada de Trump en diferentes agencias gubernamentales, se encuentra personal del Servicio Meteorológico Nacional y la NOAA, que sufrió solo en el departamento relacionado a asuntos pesqueros el despido de ciento sesenta y tres técnicos e investigadores.

“Los despidos se producen mientras el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE) de Elon Musk promulga reducciones radicales en la fuerza laboral federal, medidas que pueden exceder la autoridad legal, según sus críticos”, señaló el medio alemán DW.

Si bien podría relacionarse estas conductas con el asesoramiento que ha recibido Elon Musk del ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, el medio alemán asegura que la NOAA ha estado en la mira de los ideólogos conservadores del Proyecto 2025, desarrollado por la Heritage Foundation, que estaría siguiendo la gestión Trump, y que describe a la agencia como una de las principales impulsoras” de la industria de alarmas sobre el cambio climático» y habrían pedido su desmantelamiento.

Según se ha informado en distintos medios, el Servicio Nacional de Pesca Marina podría enfrentar un recorte de casi el 30%, o una reducción de 324 millones de dólares en su financiamiento que afectaría las subvenciones para la recuperación de especies, para la conservación y restauración del hábitat.

Los primeros efectos del impacto de la desregulación los vivieron en febrero cuando ante la ausencia de alerta de cierre temprano de la NOAA, las capturas de atún rojo se sobrepasaron más allá de las recomendaciones poniendo en riesgo la sustentabilidad de una especie protegida.

Rick Spinrad, exdirector del NOAA, ha señalado que todos los servicios que genera esta agencia, incluyendo los pronósticos meteorológicos diarios, los pronósticos del clima espacial, las cartas náuticas y la gestión pesquera, cuestan a cada estadounidense un total de seis centavos al día: «Así que no busquen en la NOAA ahorros. De hecho, lo que necesitan hacer es invertir aún más».

En una de sus últimas publicaciones, la NOAA ha presentado el aviso de propuesta de reglamentación del Servicio Nacional de Pesca Marina de la NOAA y el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos sobre “la rescisión de la definición de «daño» en las regulaciones de la Ley de Especies en Peligro de Extinción”.

El proceso de desregulación ya está en marcha. Las consecuencias del recorte en la investigación hoy la sufren los científicos y técnicos que perdieron sus empleos, pero en el futuro podrían verse reflejadas en un manejo poco sustentable y finalmente menores capturas que terminen complicando a los pescadores. Aunque hoy esto parezca la panacea para algunos.